martes, 7 de julio de 2015

TODO VA BIEN+SALÓ

Una de cine político...



TODO VA BIEN

Las mejores cosas que ha dicho y pensado Godard, a veces por este orden, están en sus películas. Yo les recomiendo prescindir de las entrevistas y prescindir de su canonización, a veces tan molesta e irritante, e ir siempre a sus películas. Por mucho que las entiendan parcialmente o no las entiendan nada.

Nada se ha movido a lo largo de tantas décadas con tanta versatilidad por las formas de su arte y los avatares de su tiempo. Godard el estilista y Godard el político. Incapaz de disociar las dos cosas. Creando para contar lo que sucede y creando para contar lo que él cree que sucede.

"Todo va bien" debe tanto a Jerry Lewis como a su propia obra, artificio, realidad y autocita se mezclan. "La chinoise" tenía que tener segunda parte. El capitalismo no sobrevive pero al gauchismo y a todo lo que parasita a cuenta de los castigados de siempre no les va mejor.

La película es un intenso ejercicio de inventiva y discurso. Anticipa o pone de relevancia hechos que ya están imprimiendo el carácter socioeconómico de nuestro tiempo. Es pasmoso por ejemplo lo que dice de la prensa escrita y eso es casi lo de menos. Intenso e irregular, irregular es casi redundante pues con esos mimbres es vano e innecesario conseguir una pieza equilibrada. Puede usted ver la película entera o seleccionar fragmentos que funcionan con enorme autonomía. Godard, uno de los grandes pensadores de los dos últimos siglos, funciona con la autonomía de un libro.

Cómo volver a partir de ahora a un Carrefour sin pensar en Jane Fonda y en esta película.



SALÓ o los 120 días de Sodoma

De "Saló" es difícil decir nada. La vi hace diez años y me pareció magnífica y ya me impresionó su cuidada puesta en escena, aunque tuve la falsa certeza de que no la volvería a ver jamás de puro insoportable. 

Diez años después el mundo ha cambiado mucho, a mejor en unas cosas y a peor en otras. Y en las peores sigue siendo sustancialmente igual. "Saló" me lleva a pensar verdaderas y caricaturescas simplezas que no reproduciré aquí, pero alberga también apelaciones importantes a su público. Trasciende la película histórica o la adaptación literaria (en la vida había visto una película con bibliografía en los créditos) y alcanza plenamente el status de película política. No es un mitin, ni un discurso, el tono es distante hasta lo hiriente pero no neutral por no ser maniquea. Me temo que sus secretos seguirán palpitando y floreciendo en las siguientes décadas. En diez años quizás la vuelva a ver para entender algo de lo que haya pasado en la siguiente década y sobre todo para entender qué papel jugamos los espectadores acomodados que la vemos, que no podemos considerarnos víctimas aunque eternamente clamemos contra los verdugos. Como si fuéramos nosotros "los guardianes" o "los pianistas".

En todo caso será siempre un caso abierto, una duda constante e irresoluble como la estructura humana que propicia esos abusos entre semejantes. Algunos estamos más escandalizados por mucho de lo que sucede a diario que por el sexo, la violencia y la escatología de este film. Abierta e interrogante, siempre misteriosa. Una obra clave.

Probablemente hayan sido Godard y Pasolini los dos grandes cineastas políticos. Político en el sentido de cuestionar o incomodar no a un régimen o a un gobierno concreto sino a una organización o a una estructura social permanente en el tiempo y válida para otros momentos u otras coyunturas. Ahora mismo sólo se me ocurre Fassbinder como alguien a su altura. Y quizás Alexander Kluge.




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