domingo, 6 de septiembre de 2020

HORIZONTES PERDIDOS

 Hacia tiempo que no transitaba por el cine de Capra en general y unos 30 años por esta película en particular.Lo que más me gusta de este director, y es la principal virtud no solo de una obra maestra como "¡Qué bello es vivir!" sino de su cine general, es que es capaz de exponer unas ideas y de dar espacio a que pienses en el reverso y los peros de las mismas ideas, hay varias capas donde elegir más que una ambigüedad mentirosa o una pose de chico malo. Esta película es un valioso exponente del cine pre-bélico de los 30, al igual que obras de Gance, Renoir o Borzage


Aquí entiendo al personaje de Ronald Colman y entiendo al personaje de su hermano interpretado por John Howard y no sé muy bien si Shangri-la, precioso lugar vacacional, es una deseable utopía o un lugar siniestro como casi todo lo impuesto y todo lo perfecto.Desde luego creo que acaba como acaba porque acabar de otra manera cierra muchas más puertas.

La figura del celebérrimo George Bailey al que interpretaba James Stewart y el cuento de terror que vivía, no necesariamente en la última media hora, también me despertaba muchas preguntas. Además Capra es un tipo dotado para hacer cine entretenido y emocionante en la mejor tradición del clasicismo de Hollywood. Una pena que haya arrastrado tantos sambenitos de blando, a mi desde el ciclo del cine-club de La2 siempre me ha parecido uno de los mejores, como mínimo de su época y de su cine, y no lo encumbro más porque es cierto que lo tenía algo arrinconado y me quedaría (de momento) falso. Me ganaré el derecho a hacerlo.Bueno, y que ver en escena a Thomas Mitchell y a Edward Everett Horton
compartiendo plano tampoco es poca ni mala cosa.



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