viernes, 14 de abril de 2023

UNA BONITA MAÑANA

 Tengo que decir de entrada que "Un beau matin" (Mia Hansen-Love, 2022) me ha conmovido de una forma inapelable y contundente y que aunque en esas cosas no medie ningún tipo de racionalización, decisión o valoración, se pueden comentar algunas cosas. En primer lugar me desdigo de mi comentario tibio tirando a negativo sobre "La isla de Bergman", debería haber sido aún más demoledor. Esa película que me ha quitado todas las ganas de ir a la isla de Färo, poblada por monigotes parlanchines a los que Bergman les "duele", merece todos los infiernos y los descréditos, ya definitivamente.

"Un beau matin" no me gustaría pensar que me devuelve a la Mia de "siempre", ni que soy el típico fan que condena a sus fetiches a no moverse ni un milímetro de su posición paradigmática. Pero es que aún en esos funestos casos me tengo que rendir a la evidencia. Recuperando como de costumbre tintes autobiográficos, en los que se mueve con grandísimo talento y sensibilidad, ya en los créditos pone el metrónomo a funcionar con un precioso tema musical titulado "Liksom en herdinna" del pianista sueco Jan Johansson, uno de esos temas que a mi me mete de lleno en la película, que rápidamente me ha recordado al tema de "La carcoma", y ¡si!, bingo, es el compositor...y un momento, ¡es el tema de "La carcoma"!.La directora no se desprende el todo de Bergman y recupera esta evocación sonora de un film protagonizado por una rubia de pelo corto, con la enfermedad de una madre y un adulterio por allí.El tema sonará a lo largo de la película punteandodo el tono y ayudando a dibujar al film su identidad, pero ojo, que si en su día ya no era una tema en absoluto "bergmaniano", y musicalmente sorprendía en aquel film, aquí hay que constatar que tampoco Hansen-Love entrega un film bergmaniano sino probablemente de los mejores o el mejor de los suyos.
La película narra o mejor dicho atrapa un instante vital, en de Sandra, una traductora (Léa Seydoux), que cuida a su hija en solitario (llamada Linn, sigue la sombra del sueco) mientras vive dos procesos vitales al mismo tiempo. La enfermedad neurodegenrativa de su padre, un profesor de filosofía que está perdiendo además de la parte afectiva la parte cognitiva, la posibilidad de leer, que le hacían amar la vida. Y por otro lado el enamoramiento de un amigo de su marido fallecido años atrás, Clement (Melvil Popaud) un cosmoquímico, como se encarga varias veces de repetir, a mi juicio una persona insoportable, no me extraña que ella no quiera salir de la cama, sin duda aterrorizada por tener que oirle hablar durante la cena, pero claro, no le vas a contar a las protagonistas de quién se tienen que enamorar.
El caso que es la película describe este instante vital interelacionando magistralmente las dos partes. Las emociones que siente un personaje son un todo, son el resultado de todo lo que está viviendo y cada proceso carga de emotividad y de intensidad las escenas del otro. La pérdida progresiva del padre resulta brutal y antológica, y llega a extremos difíciles de olvidar en las escenas de la biblioteca personal, como no sentirse identificado con lo que sucede y lo que se dice, con él y con sus hijas al mismo tiempo, y qué poco molesta que se explicite cuando las cosas se dicen tan bien y con tanta naturalidad. O la escena de la sonata de Schubert, ¡esa música tan pesada!. La historia de amor resulta más convencional pero como parte de ese instante vital, está integrada con una veracidad y credibilidad de primera magnitud.
Mia Hansen-Love como directora hace lo que mejor se la ha dado siempre. Contar con una claridad y una fluidez proverbiales, consiguiendo eludir tanto lo hermético como lo simplón. Observando los pequeños gestos y volcanes del día a día, ya sea ese encuentro con la estudiante que está en el trailer que ya entonces me puso un nudo en la garganta (uno de los varios que trae el film), ya sea esa conversación con la hija al salir del cine que me ha hecho mucha gracia porque nunca lo he hecho pero siempre lo he pensado, ya sea el saber que cuando los vas a buscar al colegio lo primero que te piden es ir al parque con los amigos, ya sea...muchas cosas. Y consigue que ese gusto por los gestos, por los pequeños detalles no detenga la narración en ningún momento, no me cansa ni se me hace pesado en ningún momento.
En realidad el tono de la película recuerda mcho a la fluidez de la inmensa mayoría de sus películas, a día de hoy tengo la sensación de que con ella ha llegado a su quintaesencia, a la máxima depuración de su estilo. Quizás porque lo ha hecho realmente o porque ambos, directora y espectador común hemos madurado, crecido y vivido juntos (bueno, juntos no, al mismo tiempo) en nuestra mútua condición. A día de hoy, "Un beau matin" me parece una grandísima, enorme película y seguramente una de las obras más perdurables en mi memoria sentimental de este 2022.



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