Pequeña historia de un gran encuentro
En el otoño de 1990 yo tenía 13 años. Cursaba octavo de EGB, el último curso en el que no necesité abrir un libro, y vivía en una casa de campo una saludable vida de bicicleta, baloncesto y bocadillos de chorizo. En pleno veranillo de San Martín, con un cierto calor, me senté un sábado por la tarde a la hora de la siesta en el porche , encendí el transistor y me encontré con RNE, en la que Jesús Hermida comentaba la muerte de Leonard Bernstein, de la que algo había oído hablar. Radió dos canciones de "West side story", que no sabría ahora concretar, "María" y "América", o "Somewhere" o "Tonight". Una era "María", estoy prácticamente seguro. Me quedé absolutamente impresionado, jamás había escuchado ese tipo de música, tan dramática, tan teatral, tan ajustada a una acción. Había visto películas musicales, seguro, pero esa partitura era algo completamente diferente.
Poco tiempo después empecé a escuchar a Josep Maria Pou y a Concha Barral en "La calle 42" y no muchas semanas más tarde, en Canal 9, la televisión valenciana que sintonizábamos desde el término municipal tarraconense de El Catllar donde vivíamos, emitió la película "West side story".
A mi ya me interesaba moderadamente el cine clásico, pero el impacto sufrido aquella tarde determinaría una obsesión y una constante búsqueda, que afectaba tanto al cine, al teatro, a la música y si me apuran a la danza. Afectaba al gusto por el sonido y el movimiento, y estoy seguro que determinó también mi desprecio más absoluto por el realismo y la verosmilitud de los guiones.
Después de ese primer visionado, pasé al menos dos semanas sin poder pensar en otra cosa. Había descubierto por todo lo alto el cine y el poder de fascinación que podía ejercer sobre mí. Qué era aquella manera de introducir la música, de hacerla formar parte del argumento de una forma tan plena. Me impresionaban los números más célebres, pero también lo hacían números más secundarios donde esa integración entre música y drama se daba de forma formidable: "Quintet" o "A boy like that".
Me impresionaba el baile de Natalie Wood en la azotea, brevísimo, absurdo y cursi, pero ¿qué pensar de Natalie Wood cuando se tienen 13 años?.
"West side story" condicionó también mi relación con la música, creo que no hay música que me hipnotice tanto como aquella relacionada con un drama, el teatro musical, las bandas sonoras, tiempo después, un compañero de clase, gran amistad mía hoy ya fallecida me sugirió que si eso era así sin duda la ópera y la zarzuela también me fascinarían...como así es de hecho...
En tres o cuatro meses volví a ver "West side story" en la televisión catalana, y de ahí en vhs sin scope durante toda la adolescencia, cada tres o cuatro meses en el silencio de la madrugada, durante 10-15 veces más, mientras iba también de tanto en tanto a la ópera y aprendía y disfrutaba aprendiendo en el bachillerato de letras puras de una forma irrepetible. Con el tiempo mi fascinación por la película se apagó. Fue eclipsada por otras voces cinematográficas y otras emociones más arrasadoras, necesarias y ajustadas a mi realidad que la que me proporcionaba Robert Wise o Jerome Robbins. Olvidé "West side story", película, y contemplé durante años con verdadero pavor la posibilidad de volver a verla.
Mis inquietudes eran otras y mi proyecto de vida ya no era tan etéreo ni tan aislado del mundo, Bergman, Murnau, Truffaut, Dreyer o Mizoguchi, y más recientemente Naruse, S.Ray, Fassbinder y Antonioni eran mis nuevos ídolos, Ford, Hawks o Hitchcock nunca dejaron de serlo. Olvidé "West side story", película, pero nunca dejé de escuchar las canciones de Leonard Bernstein, Frederick Loewe, Jerry Herman, John Kander o Stephen Sondheim, que iba descubriendo a lo largo de los años con mayor asombro, ni de vivir experiencias como estremecerme con "Camelot", que me parecía una historia con aún más posibilidades dramáticas que "West side story", o ver "Chicago" el año pasado en Londres cerca de Covent Garden, entendiendo perfectamente cuál era el hábitat natural de todas aquellas obras que admiraba tanto.
Del teatro al cine
"West side story" se estrenó en el Winter Garden Theatre de Nueva York el 26 de septiembre de 1957, abriendo con Larry Kert y Carol Lawrence como pareja protagonista, en un reparto en el que Chita Rivera ("Chicago", "Nine"), como Anita, era la componente del cast más conocida. Jerome Robbins dirigía y coreografiaba la obra, con una partitura de Leonard Bernstein, que acababa de firmar "Candide" en el teatro y la banda sonora de "La ley del silencio", además de ser conocido por la música de "Un día en Nueva York", y unas letras del debutante Stephen Sondheim, que años más tarde debutaría como músico y sería una de las mayores celebridades del teatro en Broadway, con escasísima repercusión en el cine, todo hay que decirlo. El libreto era de Arthur Laurents, que para el cine escribió "La soga" o la adaptación de "Buenos días, tristeza", y para el teatro "Gypsy" o "La jaula de las locas".
Estuvo casi dos años en cartel y ganó el Tony al mejor diseño escénico y a la mejor coreografía para Robbins, perdiendo el principal con un clásico del teatro de entonces "The music man" (la obra a la que invita Jack Lemmonn a Shirley MacLaine en "El apartamento").
Entre el 10 de agosto de 1960 y febrero de 1961 se filma la película en un contexto de:
-Fuerte competencia de la televisión, se potencia la producción espectacular pero al mismo tiempo la generación te la televisión (Lumet, Delbert Mann ya ha hecho su entrada en el cine), ha ganado el Oscar una comedia intimista en scope (casi una irónica síntesis de lo que es el cine comercial americano en ese momento) como "El apartamento".
-El cine musical como ha sido conocido está finiquitado. Gene Kelly y Fred Astaire ya no están en alza a pleno pulmón con la división de Arthur Freed brindando obras maestras. Vincente Minnelli ha arrasado en los Oscars de tres años antes con "Gigi", un musical completamente diferente a lo que había dirigido hasta entonces, y Stanley Donen se desplaza gracilmente hacia la comedia dramática y de suspense como "Página en blanco" o la inminente "Charada". Se han adaptado al cine los musicales de tinte dramático de Rodgers y Hammerstein como "El rey y yo" o "South pacific", pero ninguno ha tenido hasta ahora el impacto revolucionario de "West side story".
La parte dramática se encarga a Robert Wise, director con bastante solvencia en la industria, que recientemente ha hecho "¡Quiero vivir!" o "Marcado por el odio" y la firmará con el propio Jerome Robbins, que se encargará de la parte musical.
Elogio de la solvencia
El resto forma parte de la leyenda, que si Elvis Presley como Tony, que si Natalie Wood fue elegida cuando acompañaba al casting a Warren Beatty, los 10 Oscars (en la edición en la que Bergman derrota a Plácido), el éxito arrollador en España...
Vista hoy en día "West side story" puede quedar desdibujada como gran logro de la cinematografía. Probablemente hay poco de su más notoria brillantez que no se deba al origen teatral, sobre todo porque la música es una obra maestra que despunta y protagoniza la función. Un tono teatral que en muchas ocasiones queda subrayado un tanto groseramente, como alguna mirada a la cámara que suponemos equivale a una bajada de telón.
La grandeza de "West side story" película hay que entenderla por la habilidad que tuvo la industria a la hora de responder a la crisis de un género. Cuando no tenían a un Arthur Freed, cuando no tenían a un Minnelli, a un Donen, a un Gene Kelly o a un Fred Astaire, cuando ya no les quedaban canciones de Irving Berling, Cole Porter o George Gerswhin, Hollywood miró más que nunca a su teatro, que se encontraba en un estado de fertilidad y renovación glorioso, y lo envolvió en forma de cine, de espacio e imagen en movimiento. La personalidad de esas calles casi siempre desiertas y/o oscuras de Nueva York es el mejor sello de cinematografía del producto que entregó Wise y su equipo.
Y entonces contrataron a los mejores profesionales en todos los ámbitos para que el mundo descubriera aquel teatro que sólo un reducido público en Nueva York o Londres disfrutaba con facilidad. Robert Wise repitió la jugada con un excelente trabajo en "Sonrisas y lágrimas" (otra cosa es que el musical de partida guste menos o nada), George Cukor realizó "My fair lady", Carol Reed "Oliver" y así se fue manteniendo con vida el cadáver andante del género a través de los años hasta que fue imposible, y la fertilidad del teatro, que hoy en día sigue siendo lozana, ya importó poco o casi nada al público cinematográfico.
"West side story" película puede tener aspectos sonrojantes a día de hoy, como ese débil Richard Beymer, o esa Natalie Wood con acento puertorriqueño que de repente se lanza a cantar con los gorgoritos de Marnie Nixon (como siempre es imprescindible la V.O.S), puede acusar una cierta o muy pronunciada cursilería en algún momento, pero sigue siendo un vigoroso y espléndido ejemplo de cómo Hollywood volcó todo su talento dramático para que el mundo se deleitara con la música y el teatro que podían verse en el corazón de su hermana pequeña, Broadway.
Y es un vigoroso y espléndido ejemplo, como pocos pueden aportarse, de una acidez y unos apuntes críticos sobre el racismo y la integración social en Estados Unidos, de minorías socialmente desfavorecidas y sus desadaptados menores, como pocas películas de esa época pueden enorgullecerse de ser, donde hasta la institución policial es gravemente cuestionada. Lo que pasa es que envuelto en gorgoritos quizás no lo pareciese tanto, pero el ácido allí estaba.
Gran Entrada Sergio.
ResponderEliminarYo no soy tan melancólico como tú y Rafa para acordarme de esos detalles, probablemente si fuera Sabado por la tarde yo andaría por ahí a pedradas con los del otro barrio.
Conocía tu aprecio hacia "West" pero desconocía que te marcase tanto, a mi es un musical que , vamos a decirlo, no me apasiona como otros, pero me gusta, me gusta verlo de cuando en cuando, porque su banda sonora es esplendida y hay alguún tema que me gusta mucho y no tengo demasiado problema con que se haya quedado preso en su época, a mi me parece que altunos temas tienen letras rabisoamente actuales.También he tenido la suerte de verlo en Teatro, con la compañia original, que lo lleva representando un montón de años en Broadway (caras nuevas, por supuesto, producción USA).
Saludos, saludos , saluuuuuudosss
Yo igual hacía 15 años que no lo veía, hasta ayer por la tdt, que ni si quiera lo vi entero. Y es más fuerte la influencia y el impacto que causó sobre mí en tiempos, y cómo determinó muchos de mis gustos, que lo que realmente lo apreció hoy en día. Como películas ahora prefiero las obras punteras de Donen y Minnelli, y como obra musical más adulta con el tiempo me ha ganado "Camelot" (y Vanessa Redgrave). Eso sí, la banda sonora no ha perdido ni un ápice de grandeza. Y como película me sigue pareciendo un muy buen trabajo, que ni mucho menos se me ha hundido como me temía.
ResponderEliminarSaluuuudossssssss
De Wise me quedo con las primeras, "The set-up" e incluso esa magnífica falsa secuela de "Cat people" y de las de los 60, he tenido siempre buena opinión de "The sound of music", que de todas formas hace mucho que no reviso y me gusta mucho la primera media hora de "The Andromeda strain", que luego no es tan deslumbrante.
ResponderEliminarLe faltó personalidad o una personalidad más constante, como a Robson o Brooks, pero dejó cosas estupendas.
La falsa secuela de "Cat people" es una película deliciosa.
ResponderEliminarDe todas formas, debo decir, que a pesar de ver habitualmente cual franchute el cine a través del prisma de los autores, pretendí esta vez no hacer demasiada mención expresa a la carrera de Robert Wise, que a buen seguro tiene películas mejores que "West side story", pero había que homenajear en esta ocasión a una obra capital en la historia del teatro, la música y el ballet y cómo el cine la llevó a su medio. Qué capacidad tiene el cine como medio de masas de difundir con talento el precioso legado de otras manifestaciones artísticas.
Compruebo con agrado que además de compartir nuestra pasión por la serie "Frasier", también amamos el musical y la ópera.
ResponderEliminarYo hace más de 15 años que no he vuelto a "West Side Story". Tal vez sea porque solemos retornar a lo más querido. No tengo a esta obra de Wise como uno de mis musicales preferidos. Reconozco su impacto en la historia del cine, aspecto que describes perfectamente en el post. Pero, mi memoria selectiva la tiene arrinconada. Excepto el maravilloso arranque del filme con el largo plano desde el cielo de Manhattan.
Con los precedentes ya señalados, estoy seguro que coincideremos en nuestro común aprecio por otros títulos.
Salucines
O discreparemos como John Wayne y Victor MacLaglen con esos puñetazos "que no hacen daño" como alguien describió felizmente. Que uno tiene muchas facetas y también se puede poner a menudo plasta con un arte espeso en las antípodas de Frasier y Fred Astaire, jajaja...
ResponderEliminarPero si algo no te decepcionará de este site es la variedad, el amplio scope...
Saludos