El día de nieve me trae, como Anuncié, a Rosellini por adelantado y por sorpresa.
Antes de hablar de Jesucristo, otro de esos personajes de la Historia...
Empecé el día con una excentricidad de esas que suelo tener en mente y me la quité de encima. Empecé a ver ese documental alemán de los años 30 llamado La victoria del tesón o algo así, donde a pesar de algunos detalles visuales ciertamente logrados, me aburro demasiado con lo que muestra y aún peor, cuando admiro uno de esos detalles visuales (como la llegada a Nuremberg en avión), me repele al servicio de lo que está puesto en escena, por lo que considero excesivo dedicarle tantísimo tiempo. Veinte minutos y el principio y el fin para mí de los trabajos políticos de su directora.Mejor visitar alguna ciudad alemana para admirar sus hermosas construcciones.
El Evangelio de los descreídos
Respecto a Rosellini, entronca maravillosamente con la experiencia de un no-creyente. Hace unos seis años escribí el esqueleto y conseguí representar una obra de teatro escolar navideña, inspirado por la reciente admiración que me había despertado "El evangelio según San Mateo", de Pier Paolo Pasolini. La obra trataba de la fascinación cultural que ejercía una historia que era contada a generaciones y generaciones de distintas creencias, sin que la propia historia se agotara jamás. Eso me había sugerido la visión del Pasolini, sumado al descubrimiento de la espléndida y profundamente humanista "La última tentación de Cristo"", para mí una de las mejores películas de Martin Scorsese. Sumado a que la película de Mel Gibson, claramente inferior, no me había disgustado y sí sorprendido en su economía de palabras y en su visualización de hechos muy conocidos, convertían esas experiencias en definitiva a la historia de Jesucristo, cuya primera versión que vi fue la más convencional de todas (Franco Zeffirelli), en una historia de la que sacar un inagotable provecho cinematográfico. Ahora vista la película de Roberto Rossellini, de lo que pueda haber sacado George Stevens tengo mis dudas, pero estoy muy convencido de que Nicholas Ray habrá hecho en su clásico una película más que interesante que de momento me estoy perdiendo.
Non si puo vivere senza Rosellini
Nada sabía del Rossellini de la década de los 70, de sus trabajos para la televisión ni del cine didáctico . Empieza provocando una sensación de extrañeza por el despojo de la propuesta, como si no hubiera nada extraordinario en ella, como si fuera una versión convencional. Pero el paso de los minutos, a medida que la palabra, o el verbo, cobra protagonismo en al película, el verbo va provocando la sensación de montaje, de velocidad, de ritmo. Es una película en la que hablan muchísimo, y donde en la segunda parte del metraje se dicen a casi cada secuencia palabras trascendentales en el acervo cultural de nuestra sociedad, y la musicalidad del diálogo imprime una fuerza inusitada (qué impensable me parece intentar verla doblada). La fuerza de la palabra de una historia mil veces contada se mantiene pura, con un primitivismo admirable. Estoy seguro ahora mismo que ésta es la puerta de entrada a muchas películas duras de roer de Jean-Marie Straub y Daniele Huillet.
Para acompasar a esa fuerza de la palabra, se saca un provecho deslumbrante de escenarios naturales, de un reparto sin adulterar. Se mueven por pantalla y la película fluye como si de verdad todo hubiera sido así, en la desnudez de artificio dramático, en la dramatización algo cándida, algo violenta, sencilla y tan directa, está la belleza radiante de una película memorable.
Tardé en caer a qué te referías con lo de "La victoria del tesón", la de Leni Riefenstahl.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que no merece la pena. Ni esa ni la de las olimpiadas, de la que se repite machaconamente y por inercia que es uno de los mejores documentales que se han hecho.
No me apetecía formar parte de la "bibliografía" sobre la película, ni que google ofreciera mi página a según quién buscando dios sabe qué. Es una película francamente desagradable, y no me imaginaba que me disgustara tanto, porque yo mismo insisto en que la ideología y el arte no deben ser inseparables, pero...esto es algo más o algo menos que ideología.En cuanto a ese paralelismo que se repite falazmente en todas partes, creo que pensaría lo mismo en un documental sobre Stalin.
ResponderEliminarAh, ahora entiendo tu referencia tan oscura a la película y la señora en cuestión. Es que aunque separemos totalmente la ideología repugnante de la señora, que con toda la caradura 60 años después seguía insistiendo que ella pasaba por allí y no sabía nada de lo que significaba todo aquel aquelarre, sigue sin ser la maravilla que algunos pretenden.
ResponderEliminarY por cierto, de la etapa televisiva de Rossellini, de lo que conozco, lo mejor me parece "La prise de pouvoir par Louis XIV", te la recomiendo absolutamente si no la conoces.
ResponderEliminarSí, gracias, ahora que ésta me ha gustado tanto, me tomo muy en serio el Rosellini de los 70, y es verdad que lo de esta mujer no es para tanto.
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