En principio no hay nada en la trilogía de Stieg Larsson que la haga merecedora de la atención acumulada, es la típica historia de chica desaparecida, que esconde detrás una resolución no demasiado emocionante, una escena en la que se descubre algo mirando fijamente una foto, entonces…¿Dónde está el secreto de su éxito? En ella. Lisbeth Salander.
Y eso lo sabe perfectamente David Fincher, desde los titulos de crédito, unos titulos oscuros y espectaculares, de pesadilla, con una música estruendosa, justo el universo perfecto en el que se mueve una Lisbeth muy bien interpretada por Rooney Mara, el mundo de Lisbeth, opaco, donde la información personal se suministra en dosis muy pequeñas y el resto fluye a la velocidad de la luz.
Daniel Craig está correcto, era el Blomkvist perfecto, la pelicula se centra en la relación entre ellos, en como un personaje tan oscuro y asocial como el de Lisbeth puede encontrar cierta comodidad con la presencia de otra persona, una que no la juzga.
Fincher construye una pelicula potente, trepidante y que cincela la novela hasta convertirse en algo mejor que ésta. La trama es secundaria, el foco está sobre Lisbeth, su aparición entierra a los demás Hackers que hayan sido retratados por el cine.
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