Retomando lo que se escribió aquí sobre "Shame", por fin la he visto y me parece una película de una arquitectura espléndida. Lo que no me satisface, es que es demasiada arquitectura para un personaje que me resulta un tanto marciano. Supongo que hay quien puede relacionar a Brandon con alguien que conoce o que le han contado que existe. Pero a mi este desmelenado narcisista me deja frío y muy distante respecto a la peli, que creo que subraya demasiado sus taras emocionales con demasiada simpleza, contrastándolo con el personaje de su compañera de oficina. Y creo que es un personaje cuyas taras emocionales están en un punto tan hondo y tan alejado de cualquier sensibilidad,no siendo una peli de género con psicópatas, que creo que yo como espectador nada puedo hacer presenciándolas, al contrario de ese bonito milagro que consigue el cine, cuando te hace creer que a algunos personajes de carne y hueso y de piel trémula los acompañas un poquito en sus desdichas. Brandon está demasiado perdido y demasiado lejos de todo.
Me parece una gran película, junto con la iraní a separation fueron las que más me llamaron la atención, las mejores. Me gusta el trato de McQueen aunque si es frío, el personaje es muy hermético y lo que vemos es la capa superficial de lo que desconocemos de su pasado, pero me gusta porque es enigmático y solitario como la misma ciudad y la contemporaneidad de cierta urbanidad moderna, me gusta el final que le da McQueen además, cuando se quiebra, que aunque predecible una escena muy bella con un Fassbender en toda gracia, sobra el diálogo en ese momento y su expresividad lo contiene todo. Un abrazo.
ResponderEliminarY además sabe crear todo un universo de espacios tan fríos como magnéticos, y un desarrollo impecable, coherente y muy bien controlado. Un abrazo
ResponderEliminarYo la recuerdo un poco prefabricada (tambén pasaba con Hunger), tal vez hasta demasiado poderosa visualmente. Siempre que sale esta película en la conversación, comento que se me escapa completamente por qué este tío fornicia tanto con esa cara de sufrimiento. Debería aprender del propio Fasbender, que en su paso por San Sebastián llevó una vida que deja a Brando a la altura de un monje cartujo, y lucía más feliz que una perdiz.
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