domingo, 2 de septiembre de 2012

DRACULA (1931)

Este texto no es una crítica de cine, si entendemos como crítica de cine un ejercicio de perspicacia para darse cuenta de todos los defectos que atenazan a una película. Leyendo por la red, en un panorama que es mucho peor de lo que me imaginaba, sería incapaz de cuestionar o rebatir ni uno sólo de los argumentos  que de forma casi unánime colocan a esta película de Tod Browning como obra mediocre, una de las peores suyas.

Tampoco querría dejarlo en una simple cuestión de nostalgia, mitomanía o fetichismo. No es simplemente que me guste Bela Lugosi, ni creo que todo el mérito sea suyo de haber situado a esta versión como la referencia cultural de lo que es "Drácula", la referencia de la que alejarse si se intenta innovar como Coppola.

Vuelta a ver me sigue pareciendo una película extrañamente fascinante. No sólo porque me vuelvo a colocar en la piel del niño al que atrapó (no es una decisión cerebral consciente sino un logro de la película), además me coloco como espectador de 1931 y creo que Browning , obra teatral mediante, lee muy bien el potencial del mito, que no significa que adapte de forma genial o pésima a Stoker, si no que crea y maneja muy bien la atmósfera de soterrada de misteriosa y velada violencia y erotismo que transitaría con tanto encanto por los primeros años 30 en el cine de la Universal, y no sólo, ahí está el insólito cine de Schoedsack de RKO en "El malvado Zaroff" o "King Kong".

En la criticada parte de Londres, Dracula se pasea por el escenario apareciendo ante los héroes como el vecino que viene a pedir la sal, lo que lejos de parecerme criticable me parece muy interesante y sorprendente, como me parece atrayente la centroeuropea y contundente presencia del extraño Van Helsing y la fantasmal presencia de la Lucy que ataca a los niños. 

Una película con un aún vigente encanto, con una sugerente vibración en sus primitivas imágenes que el resto de la historia del cine sólo ha ido desarmando, a veces magistralmente, y explicitando. ¿Y con una Transilvania en plena Hungría?.

(No sé si tengo paciencia para ver la versión que George Melford rodó en castellano al mismo tiempo, durando como dura media hora más para contar exactamente lo mismo, y porque además de sus publicitados logros visuales, la entonación del reparto me parece demasiado divertida, siempre hablando a priori).









2 comentarios:

  1. No la reviso desde el ciclo de terror de la Universal que la 2 cadena emitió los domingos de madrugada en el año 1990, mi recuerdo es grato porque a mí la historia de Drácula me gusta aunque la hagan John Badham, Dan Curtis o Jesus Franco (bueno con este último quizá me esté pasando) pero no me fascinó como si lo hizo la de Fisher y la Coppola (ésta ya en el cine y pese a que era pastiche pero un pastiche que en su momento vi cuatro veces en todo tipo de salas, cines de verano incluidos y que me hizo vibrar), recuerdo eso sí los primeros minutos y la resolución (la parte que transcurre en el castillo). Quizá animado por tu comentario vuelva a recuperarla uno de estos días. Un saludo.
    Postdata: Nunca más he vuelto a ver el Drácula de Bram Stoker (perdón de Coppola) supongo que si lo hiciese le vería miles de defectos y me reiría del espectador que fui, a lo mejor no pero por si acaso never more que diría el cuervo de Poe.
    Roberto

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  2. Haces muy bien en no volver a ver la de Coppola, que a mi también me fascinó, ya sólo ver el trailer no dormía esperándola, y que años después se derrumba como un castillo de naipes. Hay que saber qué pelis no volver a ver.

    El que más me gusta es el de Fisher, y si no pongo el de Murnau es porque hay películas suyas que me gustan mucho más. Me gusta incluso el de Herzog. Otras versiones que me son simpáticas son el ballet que filmó Guy Maddin y el que hizo Pere Portabella sobre la de Jess Franco.

    La de Browning es reomendable recuperarla sólo en caso de impulso súbito, febril, irracional y autoconvencido como el mío, no gustará si no se está decidido desde el principio, jeje.

    Un saludo

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