miércoles, 26 de octubre de 2016

EL FRANCOTIRADOR

El francotirador (Clint Eastwood, 2014)

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En los años 60 se popularizó la sentencia “odiamos a John Ford”, en una época de muchísima sensibilización crítica por la guerra de Vietnam, de gran contestación social ante los desmanes de la política exterior de los Estados Unidos, presente y pasada. Las obras de John Ford fueron despachadas con un esquematismo que hoy en día causa estupor. Si en “Fort apache” un personaje disparaba contra un indio que carecía de relevancia dramática como personaje, la película y toda la carrera del director eran directamente despachadas como anti-indias. No importaba en absoluto que la obra fuera en si misma una aguda crítica contra el autoritarismo y la ceguera del estamento militar. A pesar de que nos parezca evidente que “Fort apache” no glorifica la política con los indios llevada a cabo en el siglo XIX, faltaba el elemento clave, luces de neón y un megáfono que proclamara a los cuatro vientos que lo que estaba haciendo el Séptimo de Caballería estaba mal y sobre todo una condena fatalista a todos los que lo llevaron a cabo, que acabaran tísicos, impotentes, que les cayera un rayo, que simplemente se murieran- sin quedar ni uno para contarlo- tendrá desfachatez el tuerto- y que quedara muy claro que todos los crímenes tienen un castigo.
Pues sorpresa-sorpresa, al contrario de lo que yo creía, será porque estamos en otro momento sensible con la política exterior americana, la crítica de cine parece no sólo no haber aprendido absolutamente nada del caso Ford, sino que ni si quiera puede argumentarse que aquí la acidez  no es lo que interesa a “American sniper” o que es un retrato de un determinado ser humano o de una determinada profesión, como podría argumentarse si hablamos de obras de Ford como “Escrito bajo el sol” (1957). No, es que además estamos ante una obra, la de Eastwood, abiertamente crítica, no sé si contra la determinada política de un determinado presidente o peor aún, contra la zozobra moral y vital que muchos presidentes y toda una sociedad se han autoimpuesto en nombre de la protección.
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Claro que si criticar significa hacer lo que hacen directores como Michael Moore, con el que estoy completamente de acuerdo (también lo estoy en política exterior americana con mi panadero, pero no me parece un gran director de cine), pues resulta que Eastwood no es crítico. Cada vez que muere un iraquí no aparece un letrero parpadeante que diga “lo que hace el protagonista está mal, Bush era malo, Sadam no tenía armas de destrucción masiva”. La crítica de Eastwood está inserta en un discurso mucho más, ni si quiera sutil, mucho menos vulgar, conectándose perfecta y equilibradísimamente con su cine del pasado y el cine de sus contemporáneos.
¿Alguien, además de Chomsky (que parece haberle dictado la crítica a toda la izquierda europea y sin ni si quiera verla), alguien que conociera algo del cine de Eastwood y de todos los temas que ha tocado y cómo los ha tocado podía pensar en serio que se iba a dedicar a filmar la hagiografía de un francotirador o a dejar verdadero resquicio a las dudas?, ¿ha filmado algo que remotamente sea una apología del militarismo, del patrioterismo o similares?. Lo problemático con Eastwood es que es alguien nada fácil de encasillar, como sucedía con Ford. De tendencia republicana pero no escandalosamente sectario ni cercano al tea party.  Alguien conservador capaz de desbrozar con fina artesanía la complejidad moral de la sociedad de la que se encarna en perdurable retratista. Pero complejidad no es ambigüedad.
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Porque en cincuenta años será “American sniper” y no “Fahrenheit 9/11” la que cuente qué caldo de cultivo moral, mediático o psicológico  y qué vida llevó  a la América post-11S a la guerra, al crimen y a la enfermiza obsesión con la protección, de la que el francotirador Chris Kyle podría significarse como devastadora metáfora de una sociedad que se autodestruirá a si misma. Y eso no lo puede ni lo sabe contar una obra apóloga.
Chris Kyle crece en una Texas rodeada de armas y religión. Bendita la violencia y la cultura de la defensa según las enseñanzas de su padre, su gobierno y sus medios (la televisión por dos veces) le enseñan que los suyos están en peligro. Y él responde como le enseñó su padre, protegiendo a los suyos a toda costa.
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La película no glorifica ni justifica esta protección, es la crónica evidentísima, flagrante y apoteósica de cómo una mirada precisa como la de Kyle, una mirada de la que se requiere precisión para asesinar y según la dialéctica oficial evitar asesinados, paradójicamente se va volviendo más imprecisa, rasgada y herida. Cada asesinado es una vida salvada, en una enloquecedora y delirante dinámica que Eastwood evidencia sin necesidad de que Bradley Cooper tenga que carcajearse mientras exclama a cada momento  “jajaja, qué malo soy”. No sé hasta qué extremo hacía falta que el personaje al que interpreta, y del que da el tipo de lo que se requiere de forma asombrosa, hiciese un numerito a lo Jack Nicholson en “Alguien voló sobre el nido del cuco”, a lo Jack Lemmon en “Días de vino y rosas” o a lo James Mason en “Más poderoso que la vida”. La locura, el alcohol o la cortisona,  eran una suerte de adicciones o patologías evidentes. Aquí, en contra de lo que presumen sus críticos, no me parece que sean las dudas morales la principal energía dramática del personaje, sino su adicción a esa dialéctica de su sociedad, la de la protección y la seguridad, hasta convertirse en paranoia que de forma contradictoria pone en peligro su propio matrimonio con el sensacional contrapunto dramático al que da vida Sienna Miller y le impide ver y disfrutar por largo tiempo a la familia a la que cree proteger.
Hay tantos planos filmados que tienen que ver con la alienación y el rasgado o quebrarse de la mirada de ese personaje sobre todo en sus sucesivos regresos a casa, cada vez más enajenados… Hay tantas elipsis cortantes, incómodas… Hay un malestar individual en el personaje que puede funcionar tan bien como metáfora de lo social que inevitablemente hace clamar, ¿dónde está ese trasfondo ideológico dudoso y poco limpio?. Por no hablar de su conclusión, de la conclusión de la supuesta “leyenda”, que aún real, parece imaginada por un guionista por su poder metafórico.
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Eastwood interpreta este concierto a placer, con mano maestra, como hacía tiempo que no lo hacía. Con un tempo y un dominio completamente suyos. Edifica su película sobre los caminos abiertos, siguiendo a Kathryn Bigelow en “The hurt locker” y “Zero dark thirty”, heredera directa incluso de su “J.Edgar”, llena de paranoias y fantasmas, clara heredera, hija de esas miradas en ruptura sobre la realidad, profesiones adictas a la violencia y a la venganza que no encuentran eco en su desazón, como le ocurre a toda una sociedad abocada al vacío eterno de la violencia como respuesta
“American sniper” es una película magistral, como lo eran “La conversación” de Coppola y “Ferdinand el radical” de Alexander Kluge, signo y retrato de un tiempo, de un país y de una cultura de los que el inmenso cineasta que es Clint Eastwood es uno de sus más admirables representantes.  Cómo es posible que clamemos tanto contra el cine panfletario  y cuando nos sirven la reflexión y el retrato de otra manera menos hiperbólicamente grosera tampoco nos sirva. ¿Qué tipo de seísmo  político y social habrá sufrido nuestra propia mirada de europeo comprometido varado cual ballena en una polvorienta y esquemática suerte de crítica marxista en la que el punto de vista del protagonista es el mensaje?. La misma crítica que vio una apología de la violación en “Hable con ella” de Pedro Almodóvar. Donde no hay alegato hay apología. ¿Mientras Clint Eastwood no queme su sujetador nadie querrá escuchar lo que dicen las imágenes- que no los diálogos/proclama-de una película tan absolutamente fascinante como “American sniper”?
AMERICAN SNIPER

domingo, 23 de octubre de 2016

LAS MIL Y UNA NOCHES: VOLUMEN 3, EL EMBELESADO



Preestrenamos antes del lunes por la tarde y concluimos estas seis horas y media de cine con un sabor agridulce. De aquí hemos sacado una gran película, otros momentos de enorme cine y muchas dudas sobre la naturaleza, honestidad y oportunismo del proyecto.

Si la segunda parte renqueaba como cine narrativo pero podía entenderse su apuesta tratándose de Sherezade como su raíz cultural, cómo no ibas a entregar al mínimo una de las tres entregas como cine narrativo, la tercera parte es aún más desconcertante.

Sherezade se adueña de los primeros 40 minutos en un regreso al cine libre y fresco que sabe hacer su director cuando quiere. Al terminar empieza un larguísimo segmento sobre pajareros, cuidadores, adoradores y concursantes en certámenes de pinzones, algo que no ilustra nada sobre Portugal ni sobre la crisis ni sobre nada identificable porque en España algo sabemos también aunque sea una gran realidad desconocida.

El fragmento de los pinzones, donde reencontramos la poderosa presencia de Chico Chapas, más que un fragmento es una película entera. Y uno duda de si realmente se trata de una elección deliberada, consciente y concienzuda en un tríptico como éste o estamos ante una película potencial, ante material descartado o borradores en el cajón. Y cuánto de borradores en el cajón hay en el resto de la obra.

Desde luego lo extraño es que Sherezade dedique más de diez noches a contar lo de los pinzones y las mil y una noches no hayan sido muchas menos y la imaginativa estrategia cuentística no haya fallado muchísimo antes de lo previsto.

La historia de los pinzones es interrumpida durante diez minutos por otro fragmento espléndido donde vemos manifestaciones del sindicato de polícía por las calles de Lisboa ilustrando una singular historia de amor, quizás porque alguien se acuerda de que esto tenía algo que ver con la crisis económica.

Poca película para terminar ribeteada por momentos enormes y el no saber por qué esto es un tríptico, si la crisis no está cogida muy con pinzas (pinzas de pinzones) y si no hubiese tenido mucho más sentido dejarlo en una película sólo un poco más larga.

El cine se toma un descanso en este blog y vuelve con renovadas energías el 7 de noviembre.


lunes, 17 de octubre de 2016

LAS MIL Y UNA NOCHES: VOLUMEN 2, EL DESCONSOLADO



Sería muy fácil despachar esta película diciendo que me ha gustado menos que la primera o que es inferior. Algo de eso hay pero también merece que se vaya un poquito más allá, en el por qué es así y en qué tiene de bueno.

La apuesta de Gomes es en principio más convencional que en el primer volumen pero a la vez más particular. No nos entrega más de lo mismo pero su estructura en tres historias limpias de hojarasca, recovecos o metaficción la acercan peligrosamente a un film de episodios intercambiable con los numerosos films de episodios que existen.

Creo que empieza muy bien con la historia de Simao sin tripas, donde a pesar de que ya adviertes el llamativo cambio de tono la peli te regala 30-40 minutos de imágenes agrestes. Imaginas a Lisandro Alonso babeando porque tiene ante él su próxima película y pidiéndole a Gomes el teléfono de Chico Chapas, inmejorable presencia.

Después viene el aplaudidísimo segmento "Las lágrimas de la jueza", laboriosamente hilvanado, pero qué quieren que les diga, para mí está falto de la hilaridad y la mordida que se le supone y que lo que se puede deducir de él, la crítica social que puede hacerse, es inmensamente superior a su ejecución que me parece algo cansina.

Algo parecido pasa con todo lo que se vertebra entorno al perro Dixie, se aprecia la voluntariosa tentativa de cambiar de textura y de abordar la crisis y las "historias tristes" desde otros prismas pero la plasmación resulta algo fatigosa.

Nada de esto significa, eso sí, que las espadas no estén en todo lo alto para recibir el broche final de la trilogía el lunes que viene a la misma hora. Hasta entonces.


sábado, 15 de octubre de 2016

OTELLO de Giuseppe Verdi



Mucho se ha hablado de la capitulación de Verdi respecto a la estructura de arias y recitativos, de una obra sensiblemente diferente en una época de apabullante dominio wagneriano. Aquí carecemos de senbilidad musicolçogica para entrar a fondo en esa cuestión pero destacaremos otros flancos.

Sin obertua que valga, el libreto de Arrigo Boito nos introduce de cabeza en la inmortal obra de Shakespeare, su dramaturgia es magistral, la música responde. Los tiempos habían cambiado.

El montaje con el que el teatro Real ha abierto esta temporada, en directo para todo aquél que quisiera vía pantallas gigantes, vía internet, respeta y conserva esa dramaturgia. La ambientación es siglo XIX-XX (cosa que ya dije que a esta edad me importa bien poco), y la ópera se sigue en estado de máximo disfrute (un poco cortos esos 25 minutos de descanso respecto a las veladas del Metropolitan).

Gregory Kunde como Otello, George Petean como Iago y Ermonela Jaho como Desdemona que para mí se lleva la función con su "Ave Maria", el mejor momento de la obra, felizmente registrado por el realizador Raúl Hernández Garrido, al que hemos visto trabajar en la obra vía facebook en una profesión ciertamente difícil pero de resultados tan bonitos y satisfactorios.


lunes, 10 de octubre de 2016

LAS MIL Y UNA NOCHES: VOLUMEN 1, EL INQUIETO



Este mes de octubre se viste de gala para recibir durante tres semanas consecutivas a uno de nuestros directores favoritos. Miguel Gomes, con una corta filmografía integrada por las excelentes "Aquel querido mes de Agosto", "Tabú" (que no tiene entrada quizás porque todos sentíamos y pensábamos cuando se estrenó las mismas cosas, lo cual no es nada bueno pero a veces inevitable) y ésta tercera película en forma de tríptico que conoció su estreno en el mes de junio durante tres semanas consecutivas y llega ahora en pago por visión de la misma manera.

Y es que no pude verla entonces porque a la segunda o tercera semana ya proyectaban el primer volumen por la noche, el segundo por la tarde y encontrar un orden y una oportunidad lógicos era muy difícil.

Gomes, deparen lo que deparen las siguientes entregas, y lo escribo sin saberlo (hoy mismo llega el segundo volumen), ya ha clavado su pica en Flandes consiguiendo aquello que tanto aterroriza al director de esta ficción, un Gomes que se representa a sí mismo y que no sabe cómo va a conseguir contar historias maravillosas y al mismo tiempo retratar a un país en crisis.

Más que influencias creo que Gomes tiene un talento magnífico para ser un continuador. Veo en esta peli algo de los "Vidrios partidos" de Erice en la película "Centro histórico" que la propia Portugal promovió. Veo algo del fluir narrativo de Fellini, de su cine del yo, de "Amarcord"  y de sus epígonos modernos como Moretti.

El inicio sobre los astilleros es impresionante, de las mejores piezas del cine de la década. Los créditos a los 25 minutos y los rótulos altos y claros sobre qué momento histórico va a contar que una vez más, es tópico pero siempre urgente decirlo, debería sacarnos los colores a este lado de la frontera.

La historia de los hombres "empalmados" es un tanto obvia pero necesaria, es como ese rótulo inicial sobre qué momento histórico. Hay ideas que nunca se han expresado en voz alta el suficiente número de veces.

"El gallo y los incendios" es la parte más desconcertante y el peor bajón narrativo a menos que uno decida que a una propuesta tan briosa y ambiciosa le va a pedir algo más que equilibrio y cohesión entre sus historias.

Y "el baño de los magníficos", que es la parte más Erice funciona maravillosamente bien para dar con un final abierto a la esperanza.

Muchas ganas de seguir: estupendísima película. Gomes era un número 1 entre los directores con dos películas en su haber y en el ránking de directores con tres no parece haber grandes variaciones en el podium.

PD: Menudo estrellón el técnico Vasco Pimentel ¿no?, ¿en cuántas pelis ha hecho cameo?


lunes, 3 de octubre de 2016

JOHN FROM


El querido mes de agosto de Rita

El Arte Kino Festival termina el 9 de octubre y quizás algunos de ustedes aún tengan tiempo de ver online y gratuita "John From"  de Joao Nicolau, un hombre que participa de esa hermosa endogamia del cine portugués que lanza a los mejores colaboradores de un Oliveira (Azevedo Gomes) o de un Monteiro (Nicolau es el montador de Vai e vem) a colocarse detrás de las cámaras y poner en práctica lo aprendido.

Nicolau rueda un hermoso cuento de verano que narra la adolescente obsesión de Rita (Júlia Palha) por su vecino cuarentón monoparental con niña pequeña, una especie de Clint Eastwood a veinte años de encontrarse con Meryl Streep. El verano en Portugal es muy aburrido y Rita tiene muy pocas cosas que la estimulen de verdad más allá del sueño de la Melanesia con los salvadores aviones americanos.

Entre la fantasía y la realidad la película avanza con un tono reposado e ingrávido, asimilándose al dulce sopor de ese verano de iniciación e imaginación, que en otro tono y otras coordenadas podría asimilarse al verano de Jacques Rozier o al verano de Miguel Gomes, ese fuera de serie capaz de hacer entrañables las mayores horteradas musicales. Aquí Nicolau los supera a todos y para siempre.


sábado, 1 de octubre de 2016

NOVELAS SEPTIEMBRE 2016




EL MUNDO DE AYER: Conmovedora autobiografía de Stefan Zweig, obra verdaderamente conmocionante que se lee con el corazón en un puño. Buque insignia para cualquiera que adopte los valores de la belleza, la cultura y el encanto maravilloso de las ciudades europeas y el amor y la amistad a todos los colegas de devoción por el Arte que moren en ellas por encima de otros patriotismos, casi siempre encaminados a odiar al otro. Obra de un europeísmo que la Historia derrumba una y otra vez. La Viena pre-1914 es un Camelot de amor por el teatro, los libros y la música truncado por la zafiedad de la Gran Guerra, que condena a los pacifistas como traidores aún no imaginando lo que deparará la contienda. Algo más que la escaramuza esperada. Pero la Gran Guerra no será ni medio comparable a lo que había de venir. La obra finaliza en septiembre de 1939 y ya sabemos lo que vino después. Zweig se suicida en febrero de 1942 en Brasil, convencido de que el nazismo se extendería por todo el planeta. No fue así aunque convendría preguntarse si fue un grotesco desatino o muchos de los valores que ensalza Zweig siguen igualmente perdidos. Imprescindible.


CERO K: Desconcertante y atractiva nueva novela de Don DeLillo. Su primera parte está francamente bien aunque si no conociera el autor de la novela diría que es un buen relato "a lo DeLillo". Hay algo en su misterio que se exhibe de forma demasiado inmediata que no se cocina previamente. Su segunda parte es algo así como el cocinado previo del misterio. Con lo que tenemos una especie de juego con la estructura de una novela. Pasadas las décadas qué vas a hacer, pues lo que habías escrito probar a escribirlo de otra manera. En ese sentido será mejor o peor novela pero tiene algo de búsqueda constante bastante encomiable.


LAS DOS AMIGAS Y EL ENVENENAMIENTO: Tras la vanguardista experiencia de "Berlin Alexanderplatz" le tocaba el turno a la lectura de esta breve obra representativa del manifiesto de la "nueva objetividad" que Doblin abrazó en 1913. Obra concisa, potente y esquelética, radiante representante de todos los tópicos psicosexuales y periodísticos que uno podría imaginar del Berlin de los años 20.


MEMORIAS DEL SUBSUELO: Brillante obra escrita en un logrado todo de primera persona desquiciada. Sin embargo no quiero dejar pasar la oportunidad de reivindicar la dignidad de los elementos fantásticos y poner un pequeño peldaño por encima "El doble". Lo que no significa un demérito para la presente sino un rendido reconocimiento para la otra.