Entrada 700.En los días de luna llena "El amor después del mediodía" les lleva de viaje por el placer y el terror del cuento...con Milan Vargas.
Al salir la luna de enero...
MAHMUD
Aquel espléndido día de primavera, mientras el sol
calentaba el aire cargado por el olor a mimosas, el funcionario Mahmud tomó la
decisión de quitarse la vida. Y aquella resolución, le llenó de alegría.
En una película con Dustin Hoffman cuyo título no
recordaba, un anciano que escrutaba el cielo un sonrisa en la cara y los ojos
decía : « Es un buen día para morir ». Viendo la inmensidad azulada
que le regalaba el día, el funcionario no lo dudó ni un instante.
Dejó sur despacho de la mukataâ(1), un poco más temprano que de
costumbre (lo que era realmente temprano). A grandes zancadas, se alejó del
alboroto que montaba la multitud. La turbia abarrotaba las polvorientas ventanillas.
Detrás de él, dejó su chaqueta marrón sobre el respaldo de su asiento. Es lo
siempre hacía para que creyeran que podía aparecer en cualquier instante. No
pudo evitar una carcajada ante su propia travesura. Ni si quiera guardó rencor
a Ahmed, su compañero de trabajo por usar su despacho y el SU sello azul sin
pedir permiso.
Flotando sobre el mar, un cúmulo rezagado trotaba siguiendo
el resto de nubes que se deslizaban hacia el horizonte. Mahmud respiró el olor
a yodo que arrastraba la brisa. El viento empezó a azotabar las ventanas de las
fachadas donde se corroían rejas de hierro forjado. Al borde del acantilado, el
vacío bajo sus pies conducía a aguas sombrías. La espuma burbujeaba sobre los
flancos de negras y afiladas rocas. Mientras
meditaba sobre su caída, el funcionario fue atraído por un canto. Le costaba decir
si resonaba en su cabeza o en la calle.
No distinguía la letra, pero el tono era el de los salmos.
Inconscientemente, sin pedirle permiso, sus pies se pusieron en marcha rumbo al
origen del sonido.
Le pareció reconocer aquellas estrechas callejuelas con
su suelo sembrado de socavones, y se espabiló. Se paró delante de un inmueble
de cinco plantas. Como todos los que fueron construidos en los años cincuenta, sus
pasillos estaban impregnados por el olor dulzón a agua estancada que remontaba
de las arquetas. Subió las escaleras soladas con terrazo. Una débil luz se
filtraba el vidrio amarillo de las claraboyas del descansillo. Tercera planta
puerta izquierda, por supuesto!
Las palabras cantadas en coro ya se entendían claramente desde
detrás de la puerta:
« Hadi saâ men sâat Allah, wahda biha nbi rassul Allah
Qûmou qûmu fi sâati Allah, ya el âchiqîn fi rasulli Allah »
Qûmou qûmu fi sâati Allah, ya el âchiqîn fi rasulli Allah »
« Esta hora es una de las horas de dios, solo hay
una, mensajero de dios, Levantaos, levantaos, en la hora de dios, a los que aman
al mensajero de dios. »
Se solía cantar esta canción tanto en las bodas como en
los entierros… Dado el tono, Mahmud se decantó por la segunda posibilidad
¿Qué hacían celebrando un funeral en su casa ? Entró en el salón. Nadie reparó en su
presencia. La familia completa estaba reunida con algunos amigos. Los rezos habían
terminado. Los Tolba(2),
después de recitar una larga serie de
versículos del Corán, dejaron la palabra a un anciano. ¡Era él su tío que era
Fqih(3) ! En la niebla de incienso, su cuerpo diminuto, encogido no era más que un
fantasma borroso. Pronunció una larga elegía resaltando los méritos… de Mahmud
; en este cuadragésimo día después de su desaparición. Según el orador nunca
caería en el olvido.
El funcionario retrocedió. Fragmentos de imágenes y
sensaciones atravesaron su cerebro nublado. El sabor metálico de la sangre, el
fugaz dolor de los huesos rotos, la quemadura del agua salada en sus fosas
nasales y sus pulmones, una carta, un cadáver, el cuerpo ahogado de una
adolescente embarazada en la playa de Tánger. No supo estar a la altura y ella
le había dicho adiós… sin rencor. Había decidido probar su suerte en otra
parte, aquí no se podía quedar. Como Tariq el conquistador, ella dejó atrás un surco de naves en llamas; pero era él quien les había
prendido fuego. El destino había llevado la joven a una orilla demasiado lejana.
Fue el último pensamiento de Mahmud en este cuadragésimo
día, antes de que su consciencia se fuera a disolver en las nieblas y espumas
del Atlántico.
NOTAS :
(1)
Mukatâa : Edificio administrativo del
ministerio del interior para atender a un distrito.
(2)
Tolba : Letrados en teología que suelen
salmodiar el coran en las ocasiones en las que se les solicita (bodas,
entierros, velas religiosas…).
(3)
Fqih : Teólogo
El puente de los espías sí creo que recupera al gran Spielberg, al menos es una de mis favoritas, junto con Munich, por cierto. Un saludo.
ResponderEliminarLlegué tarde a la anterior entrada sobre SSp, lo siento.
ResponderEliminarAh, contestad donde queráis pero que sepáis que si váis a la entrada en cuestión veo el comentario igual.Las entradas no caducan sólo pierden su situación como portada.
ResponderEliminar"El puente de los espías" lamentablemente no la he visto aún.