miércoles, 19 de julio de 2017

BELLA DURMIENTE


Se estrenó hace unos meses la última película de Adolpho Arrietta, un español afincado en Francia desde finales de los años 60, referencia del llamado cine underground.

Nos adentramos con posterioridad en las anteriores películas de Arrieta pero ha estado bien comenzar por el final.Es una ocasión para ver lo que hay en ella y ver lo que vale por sí misma. Ya hubo tiempo de comparar y añadir esa comparación al equipaje de la película, sin que la comparación sirva para restar nada.

No me habría acercado a ella por su argumento, que parece ser la bella durmiente a palo seco, solo que 100 años después coincide con el año 2000, con todos los anacronismos que ello implica.

No es una gran subversión del cuento, es una versión bastante literal, salvando ese año 2000 pero todo está tratado con un elegantísimo y fino romanticismo al desplazar el protagonismo de la historia de la durmiente al Hada Buena interpretada por Agathe Bonitzer, hija del mítico Pascal guionista de Rivette. Agathe Bonitzer compone magníficamente el personaje y se constituye como verdadera heroína de la historia que bien podría haber robado el corazón del príncipe. Pero no lo hace. No van por ahí los tiros.

Otra reserva que tenía era que Arrietta hubiese fusilado el mundo de Eugène Green, el recuerdo de "Le monde vivant" al ver el trailer y la presencia de un Amalric que podría haber salido de "Le fils de Joseph", y que compone también una figura paternal, así me lo hacían temer. Pero no, hay un cierto hermanamiento pero ninguna mimetización cansina.

La película da con su propio tono, que a mi no me recuerda a ninguno, resultando una preciosa lección de vitalidad y sentido del humor fabricada imagen a imagen, trascendiendo minuto a minuto el fino hilo de guión del que parte, vitalidad meritoria en tiempos descreídos en los que triunfa el cinismo más indiscriminado. Aporta su cómo a un qué muy consabido. Al final la solución es bailar.




2 comentarios:

  1. Hay que agradecer a Arrieta que se haya resistido de manera radical a cualquier lectura perversa del cuento y que nos haya legado uno de los besos más hermosos del cine de los últimos tiempos.
    A destacar la sorpresa de descubrirle dotado para filmar el eros femenino; magnífico la secuencia del baile nupcial

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  2. Más adelante cuento lo estupendísima que es "Flammes" también, que certifica que ya teníamos a un gran romántico 40 años antes.

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