No hay dato que defina mejor la belleza herida y desoncertante de "J'accuse" (Abel Gance, 1938) que saber que se estrenó con la anexión de Austria y desapareció de cines con la invasión de Polonia. Críticos de la época acusaron a Gance un "pacifismo obsceno". Él era consciente del contexto en el que vivía, que era algo más que "desear el fin de las guerras" diga lo que diga la película, y escribió a Leni Riefenstahl para que Hitler y Goebbels vieran la película y rectificaran, un gesto tan ingenuo como el imposible pacifismo que plantea, evitar una guerra con solo desearlo. Yo estoy y siempre estaré con Gance pero la realidad es mucho más compleja y se da de tortas con nuestras convicciones casi siempre. De esa pugna, de esa imposibilidad, de esa eterna derrota a la que la película nunca se enfrenta realmente, nace la hermosura de un film tan enigmático, fantasmagórico y desnortado como éste, tan lejos cinematográficamente de las obras maestras de Gance si se quiere, tan fuera de su tiempo como fiel perteneciente a él, tan imprescindible a la hora de explicarnos y de entendernos. ¿Podía evitarse en 1938 el desastre?, ¿a veces es demasiado tarde?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario