domingo, 1 de julio de 2012

LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES





El cine tiene su propia vibración. Es un arte que se alimenta de otras artes, se quiera o no se quiera, pero que provoca una emoción completamente independiente del latido de la pintura o la literatura. Una emoción que ninguna otra disciplina puede provocar y no siempre tiene que estar relacionada con la reflexión o la hondura psicológica.

El cine no es contar una historia, o es muchísimo más que contar una historia. Sólo así se entiende la paradoja de que alguien consiga hacer una película apasionante, fascinante, magistral, maravillosa, inolvidable, contando una historia aburrida, vulgar, fea, una verdadera basura insufrible sobre asesinos, citas bíblicas y fotos reveladoras.

Todas mis expectativas satisfechas en este thriller, en esta obra de género pura, desacomplejada, una sinfonía de luz envolvente, presencias dominadoras de la escena, grandiosos movimientos de cámara y un montaje virtuoso que proporciona un ritmo hipnótico a la más absoluta nada. Una inspiradísima sinfonía que hace vibrar eufóricamente, con ese latido que pertenece al cine y sólo al cine.

Que absurdo que la segunda parte no vaya a tener a David Fincher. Qué comprensible que no le estimule seguir sacando petróleo de esta esquelética historia. Bendita sea esta sequía de ideas con la que se ha relacionado a esta película. Sólo le señalo esa limitación, lo que te está contando es una verdadera bazofia, cómo te lo cuenta es de un virtuosismo extasiante.

4 comentarios:

  1. Se agradece la recomendación. Era una película que no pensaba ver, dado su origen literario, que no me interesa nada. Las características que apuntas de todos modos son muy aplicables al cine de Fincher, narrador impecable, de cualidades sinfónicas, como bien apuntas.

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  2. Imprescindible para todos los admiradores de Fincher, a mi la novela no me interesaba y debo decir que ahora me interesa aún menos.

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  3. Comparto todos los adjetivos con los que la calificas. Aunque yo iría más allá, o lo plantearía desde otro ángulo. Lo que quizá hace Fincher es dotar de complejidad, o transcender, la limitación de su esqueleto o trama argumental, a través de su puesta en escena, lo que la convierte en un muy sugerente complemento, de entrada, a 'La red social' (ambos personajes, 'desentrañadores', son como la materia del protagonista de 'La red social'). Tras una serie de retratos de personajes enanjenados en distintas posiciones dentro del engranaje sociolaboraleconómico (los de El club de la lucha, The game o La habitación del pánico) y un periodista previo ofuscado y obsesionado en la búsqueda de una escurridiza verdad ( como es la realidad) siempre dependiente de imprevisibles e inciertos 'sótanos', ahora dos personajes 'desentraña' esos sótanos, enfrentados a esa 'red', derivando la obra, en estos tiempos de confusión, en una de las más aguerridas y combatientes (por parte de un cineasta que lleva realizando una de las más agudas y precisas radiografías de nuestro tiempo).

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  4. Sí desde luego, es un muy buen planteamiento, aunque desde luego cuesta "verlo" dada la alarmante y sonrojante simpleza de la trama argumental. Supongo que no es la primera vez que sucede con Fincher, por eso lo estoy revalorizando tanto desde el deslumbramiento con la excelente "red social" y le debo revisiones a obras como The game o La habitación del pánico, cuyos "argumentos" ofuscaron en su día una visión más compleja de lo que realmente me estaban contando con su "puesta en escena".

    Realmente cuesta mucho pensar que con esta trama se haya podido sostener "otra película" que nos sea la de Fincher, y que además haya contado con tantos defensores que han dado la cara por ella condenando a ésta antes de verla, yo la tengo en casa procedente de un periódico y es algo insoportable de seguir.

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