viernes, 25 de septiembre de 2015

MANHATTAN

Pasan las décadas, las situaciones, los sentimientos y las opiniones sobre todo y uno sigue hecho un flan cada vez que ve "Manhattan". La película de Woody Allen supera una noción de identificación tradicional, con unos personajes o unos diálogos. Uno se identifica con toda su textura, con todos y cada uno de sus granos, y lo más increíble es que identifica una parte esencial de ti mismo, la invariable. Que no es que la quiera más que a la variable, pero cuando veo "Manhattan" la invariable me recuerda que existe, y que está ahí, por mucho que ose preciarme de que no soy el mismo.

La película también dinamita toda posible jerarquía cinéfila. No puedo argumentar que Allen sea tan buen cineasta como Murnau o Dreyer, pero "Manhattan" o "Hannah y sus hermanas", o "Zelig" o "Desmontando a Harry" van a la par en emoción en mis poros con "Centauros del desierto", "Amanecer" u "Ordet".

Pocos comentarios estrictamente cinéfilos se me ocurren. Un brevísimo apunte, creo que "Manhattan", no sé si vía Allen o vía Marshall Brickman tiene una pequeña deuda o hilazón con Billy Wilder, que no se me ocurre genio cuya valoración crítica haya sufrido un desballestamiento más bestia y más injustificado. Podría hacer más comentarios cinéfilos pero no es ése el corazón de esta joya que ya habré visto a lo largo de mi vida alrededor de una veintena de veces, haciéndome reir y emocionándome como la primera.








































2 comentarios:

  1. En efecto, hay algunas películas tan buenas que trascienden toda valoración artística-cinematográfica. Mi favorita de Allen, dentro de sus innumerables variaciones sobre el amor romántico (¿acaso hay algún amor igual que otro?) y artístico, además de una gran demostración de que la comedia es un bisturí de disección perfectamente afilado (cosa que, por entonces, creo que a Allen le producía alguna duda, si no complejo).

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  2. Allen detestaba "Manhattan", ofreció hacer una peli gratis si ésta no se estrenaba. Creo que tenía todos los prejuicios y pensaba que lo verdaderamente serio era hacer cosas como "Interiores".

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