jueves, 24 de septiembre de 2015
LA HABITACIÓN DEL HIJO
7 de octubre de 2001
Cine Club Tourneur
Entre una de mis innumerables manías como "cinéfilo" está el ser receloso
hasta la paranoia y sospechar por sistema de cualquiera que consiga la
increíble gesta de hacerme llorar a mares. El tipo que se trabaja su
película y consigue arrancarte una lagrimita final a base de rigor y
elaboración, qué sé yo, parece como más respetable y digno de admirar;el
que te exprime la lacrimal siempre será un tramposo, un inseguro y un numerero.
Nanni Moretti dirigió "Caro Diario" y "Abril" (las únicas que conocía),
dos de las comedias más vivas, brillantes y ególatras de los 90 (sólo Allen
está a la altura en ese sentido), ahora, con este extraordinario cambio de
tercio, ha demostrado, como Wilder, como Chaplin, que eso de la risa y eso
del dolor deben tener algo que ver para que algunos directores parezcan
comprender tan bien las dos caras de la moneda.
La humedad oftalmológica que consigue esta catártica obra magistral
importa muy poco para relatar las virtudes de la joya, la lágrima es sólo
un fruto anecdótico de la consecuente purificación, la lógica comprensión
de los personajes y trae de regalo la perturbadora emoción interior que
supone para el espectador llegar a tan gozoso como lastimoso estado. Pero
hay más, mucho más, si no lo hubiera bastarían cebollas.
Como en "Infiel", como en las mejores, uno no se siente literalmente
identificado con lo que ocurre. Se intuye y se conoce a través de distintas
formas y experiencias, como lo puede conocer cualquier espectador. Es una
clave importante, que una película así sea capaz de referirse a sensaciones
y momentos cercanos, creíbles, reconocibles, sin que por fuerza actue como
espejo directo de tu propia vida. Al abordar una de las experiencias
vitales más crueles de forma tan realista y directa no es un título
recomendable si uno no va al cine con una predisposición anímica esforzada,
la que se requiere cuando se sabe que te van a arrear un educativo
guantazo, lo bueno es que la película devuelve el esfuerzo realizado con
creces.
La primera parte parece larga, que no pase nada, pero lo mejor ya está
ahí. Se observan unas vidas calmadas, precisamente con eso, con espléndida
capacidad de observación. Vamos conociendo a los personajes, su definición
(el reparto está excelente, Moretti incluido), nos vamos familiarizando con
un ambiente que va a dar un giro brutal y en el que vamos a vivir una de
las experiencias cinematográficas más salvajes que puedan recordarse.
Moretti está en estado de gracia como director, si es que le hacía falta,
se ha instalado con la presente entre los más grandes de su tiempo. Toda la
película resulta tan nítida, humana y humanista, tan inteligentemente
planteada. Llega el punto de ruptura, el momento de afrontar una muerte, y
el retrato de esa muerte y sus consecuencias no ofrece ni un alarido de
más, ni una lágrima gratuita, ni un gesto sobrante, y aún así, el retrato
resulta devastador.
No recordaba haber visto la muerte en cine, así, desde lo cotidiano, ver
analizados de esa forma los ritos sociales, las reacciones, las obsesiones,
las culpas, las rabias ante explicaciones religiosas que se sienten como
insultantes, los mecanismos de defensa, el peso de la ausencia, el paso del
tiempo, la evolución de los afectados; como no recordaba haber visto en
cine un relato de reconstrucción tan poco complaciente, tan sincero,
honesto, triste, ponderado y optimista todo al mismo tiempo.
La familia protagonista encuentra un hermoso vínculo con el fallecido (el
amor:perfecta antítesis de la muerte), y gracias a él hacen un viaje,
principio de la liberación. El plano final es sobrecogedor (magnífica
utilización de una canción), no han superado nada, pero sonrien por primera
vez de una forma muy difícil de definir (¿será porque ven en Arianna el
avance de una vida que para ellos se ha detenido?), es como si la película
nos permitiera, nos hiciera el impagable regalo de tomar la distancia
suficiente como para apreciar y volver a aprender la única verdad en la que
se puede confiar: la vida siempre sigue, y mientras estamos vivos tenemos
un sobrenatural don para seguir adelante contra viento y marea, aunque sea
con y gracias a nuevas vidas que están dentro de la misma.
Se le puede objetar a la película todo lo que se quiera, el mismo tema
elegido ya la pone en la cuerda floja, pero no puedo imaginar un
tratamiento más redondo y sólido. Sensación de obra maestra del cine.
Relativizando todo lo relativizable, pues es cierto, la película se acaba
de estrenar y no es prudente llevarla a esos altares, aunque como en el
imperfecto clásico de la ciencia-ficción A.I, uno tiene también la poderosa
intuición que la presente también lo es, pero ah!, gran matiz:del cine.
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Tremenda película de un director que no es santo de mi devoción. Por esas mismas fechas, vi también "in the room", de tema muy parecido, muy amarga y ascética, creo recordar. Menos mal aún que no tenía hijos en esa época. Y otra pregunta, Sergio, veo que son "recortes" de antiguas reseñas. ¿escribes actualmente en algún medio, además de este blog?
ResponderEliminarIn the bedroom, quería decir, de Todd Field
ResponderEliminarHola, los jueves son recortes, los viernes son nuevas. Casi nunca de "medios" sino de foros. Actualmente escribo cada cinco semanas en una página llamada "Amanece Metrópolis", está en una pestaña de este blog en la parte superior derecha, antes de llegar a los enlaces de otros blogs. No escribo en ningún otro medio y casi nunca lo he hecho, cada vez soy más indisciplinado y perezoso para escribir cosas que interesen en sitios medianamente "serios", jaja, por ejemplo no tengo paciencia si quiera para contar un poco de qué va la película que comento como se suele hacer muchas veces. Lo mío es impresionismo crítico, casi suprematismo, ejem.
ResponderEliminarToda la razón, en la misma época también me impresionó "In the bedroom", a ver si encuentro la vieja reseña y la pongo por aquí.
Saludos