Cuando muere en 1953 Eugene O'Neill deja de una serie de inéditos que testamenta a favor del Dramaten de Estocolmo. Estaba, además de influido por Strindberg, agradecido por el trato que recibían sus obras en Suecia y especialmente por el Nobel que había recibido en 1936.
A pesar de haber pedido que no se publicara hasta 25 años después de su muerte ya en 1956 se estrena en Estocolmo la muy autobiográfica "Larga jornada hacia la noche", protagonizada por Lars Hanson (el actor de "El viento") que recibirá esa misma noche el primer premio O'Neill, que ha seguido entregando el teatro hasta estos días con los beneficios que producen sus obras. Rápidamente la obra es aclamada y se va estrenando en todo el mundo, en Broadway Frederic March y su esposa Florence Eldridge, secundados por un Jason Robards jr que tiene que ver con esta historia, y mucho. En las siguientes décadas se convierte en uno de los grandes clásicos teatrales del siglo.
Robert Ryan, Laurence Olivier, Jason Robards jr al hacerse mayor pasaría de hijo a padre, Jack Lemmon, Charles Dance, Brian Denehy, Gabriel Byrne o Brian Cox esta misma primavera en Londres como James, y en castellano ha tenido a Alberto Closas o Héctor Alterio. Vanessa Redgrave, Jessica Lange, Bibi Andersson (dirigida por Ingmar Bergman), Patricia Clarkson el montaje reciente ya citado o Vicky Peña junto a su pareja Mario Gas...Julieta Serrano, Norma Aleandro, y la nómima de hijos también es inacabable Kevin Spacey, Michael Shannon, Philip Seymour-Hoffman, Carlos Hipólito, Robert Sean Leonard y Josep Maria Flotats en la Francia de los años 70.
En 1962 la viuda de O'Neill da los derechos al productor Ely A.Landau, favorablemente impresionada por la versión televisiva de "The iceman cometh", y Lumet junto al reparto establecen una cooperativa en la que trabajaran por debajo de sus sueldos a cambio de un porcentaje de los beneficios. La película se rueda en algo más de 30 días por medio millón de dólares.
Toda esta explicación viene a cuento porque creo que a veces no nos damos cuenta del valor que tiene el Cine como documento cultural de altísimo valor y solo lo vemos desde un punto de vista puramente artístico. No estoy sugiriendo que Lumet se dedique a grabar esta obra porque desde luego no es en absoluto así pero sí que creo que no nos damos cuenta que millones de personas jamás van a pasar junto a un teatro que represente una obra de esta importancia y van a tener, la Humanidad va a tener por los siglos de los siglos, esta película de Lumet como maravillosa sustituta de la ausencia de un teatro a través de las formas de otro Arte: el Cine (obviamente otra posibilidad es leerla, pero yo, que soy el primero que disfruto leyendo teatro, reconozco que no es desde luego la finalidad última de esta forma). Se han hecho después otras películas, telefilms, incluso una por estrenar con Ed Harris y Jessica Lange, que vaya usted a saber cuánto seguirá en ese limbo, pero el empeño estéticamente ambicioso, respetuoso y siempre en esencia muy cinematográfico que pone Lumet no tiene ni tendrá parangón en la futura Historia del Cine.
Y toda esta explicación viene a cuento de una segunda cosa, que quizás es contradictoria con la primera pero también la pienso. Hay algo que envidio del teatro, si tantísima gente de alto nivel ha querido volver a esta obra es porque la ha sentido viva y ha creído que podrían ser los médiums que la seguirían haciendo respirar a través de las décadas, cada uno a su manera. El teatro siempre está dispuesto a darle mil vidas a una misma obra. El cine, porque es mucho más caro, y un poquito también por esa manía cabezona con la originalidad que nunca existió, ha provocado que el recorrido, de una cierta ambición en la dirección, seguramente empiece y acabe con Lumet. Porque por ejemplo Katharine Hepburn no es que no me guste aquí pero solo para empezar, me pregunto cuántos matices y cuántas posibilidades tiene ese personaje y cómo lo habrán hecho las otras actrices. Y ¡claro!, cómo la podrían encarar la obra otros tantos directores.